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15 sept 2011

¡Se necesitan sacerdotes!

Como en el pasado, y durante toda la historia de la humanidad, Dios sigue llamando hoy a los hombres, como tú, para servirle y ser continuadores de su obra, como Cristo nos enseñó. Para extender el Reino de Dios en el mundo, ser protagonistas en la construcción de su Reino de justicia de amor y de paz.

Nuestra sociedad en estos días necesita sacerdotes, cuya misión es ayudar a la gente a plantearse preguntas significativas sobre el sentido profundo de su vida. Hoy se necesitan sacerdotes, sacerdotes auténticos más que nunca. Quizás el Señor te está llamando para que seas sacerdote, continuador de la obra de Cristo. No lo sabrás con certeza si no consideras, piensas… esa posibilidad. Si sientes su llamada, que comienza por una inquietud, unos interrogantes en lo íntimo de tu ser, no tengas miedo, ¡afróntalo, respóndele!

En los primeros contactos con los encargados de iluminar tu inquietud, irás descubriendo los valores, compromisos, posibilidades de una realización plena de tu propia persona, no como nos lo ofrece el mundo, sino como Dios, nuestro Sumo Padre quiere. Él nos proporciona los medios y ocasiones para sentirlo como experiencia de vida única y personal. Y si te decides, en la casa de formación siempre encontrarás quien te ayude en tu proceso de discernimiento y toma de decisiones.
La historia de la Iglesia comenzó, a los ojos de los hombres, como algo desconcertante. Dice la Palabra de Dios, que Cristo llamó a quienes él quiso. No habla de haber escogido a los mejores, pues todos podemos ser mejores. Llamó a Judas… que no se corrigió. Llamó a Pedro que sí se arrepintió y superó los miedos, y a algunos más… como los que le dijeron: “y a nosotros que hemos dejado todo, qué nos vas a dar?.. pero, aún así, todos ellos fueron constantes y se realizaron en la construcción del Reino como Cristo les enseñó.

Como bautizados, todos formamos parte del sacerdocio Real de Cristo, pues todo creyente bautizado está llamado a la construcción del Reino de Dios, pero los llamados al Orden Sacerdotal de una forma particular, con un compromiso especial para iluminar a los otros, proporcionar los medios de salvación, hacer presente a Cristo en la Eucaristía, ser administradores de los dones que Dios dispone para conseguir la perfección y la santificación, especialmente ciertos sacramentos.
Jesús, el enviado del Padre, es el sacerdote por excelencia, está por encima de los sacerdotes de la Antigua Alianza, su presencia en la sociedad de su tiempo no es comprendida. El motivo fundamental está en que Jesús no sólo vino a hacer cosas, a organizar y enseñar, sino que, Él, enviado del Padre, se hizo presente para enseñarnos, partiendo siempre de la vivencia de la voluntad del Padre. El punto de partida no es hacer, sino vivir, de ello se desprende el hacer, organizar, etc. “Yo no he venido a hacer mi voluntad, sino la de quien me ha enviado”
En esta sociedad agresiva, rivalista, violenta y llena de envidias, en la cual nos ha tocado vivir, deben surgir seres humanos, que como Jesús, viviendo metidos en este ambiente, con su presencia y actitudes de bondad, perdón, solidaridad, diálogo y servicio pueda hacer florecer los verdaderos valores humanistas que proceden de Dios y, si se viven nos conducen a una cercanía humana, a una ayuda mutua de superación.

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