“Alcalá de los Gazules… la presencia sin orden de tus casas, se cuelga entre el verdor alegre, blanca y arracimada, o desplegada al viento, igual que una bandera victoriosa, bordada de perennes laureles. Dame la bienvenida, bajo tu azul rotundo que yo he de recordarte con gozo, siempre… siempre…”
(Lola Peche Andrade)
En las primeras décadas del siglo XX, el “tradicional paseo por la noche tenía lugar entre la Plazuela y la Alameda; en el paseo tomaban parte toda la juventud y algunos no tan jovenes, los menos enérgicos se sentaban en el canapé de la Alameda o en los bares a lo largo de la Calle Real”.
Plaza de la Cruz, llamada “La Alameda”, es quizas el espacio abierto que recoge y se acerca más al concepto urbanístico de plaza. De forma ovalada está colocada en altura para salvar el desnivel. Esta plaza fue construida en 1885, siguiendo el proyecto del arquitecto y académico gaditano Manuel García del Alamo y desde entonces ha sufrido varias transformaciones. Debe su nombre a la desaparecida Iglesia de la Veracruz.
Vista panorámica del pueblo donde destaca por su tamaño y por no tener ninguna construcción que la oculte la Iglesia La Victoria, antiguo convento de los Mínimos, construido a finales del siglo XVI y que fue origen del desarrollo de toda la zona que le rodea.
La Calle Real puede ser la síntesis de la trayectoria histórica del país. Cada etapa política la rotuló con el nombre del personaje sobresaliente de turno o el que se le antojara. El pueblo en su sabia y experta noción de los hechos, siempre la llamó Calle Real. Siempre me impresionó su equilibrio, distinción y adustez. (Eladio Garzón Rodriguez)
Os invito a que hagáis conmigo un recorrido imaginario por el pueblo para recoger del aire, ese pregón anónimo que, como decía Cernuda, en voz y sonido baña la cal de las paredes. Partimos de la Plaza Alta, bocina de barrio antiguo y señero y seguimos por las calles de caprichosos trazados, con curvas, con recovecos, calles con sabor a historia y con nombres que en la historia fueron. (Rafael Román Guerrero).
El Paseo La Playa debe su nombre a un bar, propiedad de Bellido, abierto en los años treinta y ocurre que el nombre del bar pudo más, en el sentir popular, que los distintos nombres con que se rotuló el paseo.
La alameda con la Posada
Plaza Alta
Calle Los pozos
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